"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno"
Walter Scott
domingo, 10 de abril de 2011
FRASES HISTORICAS
"Nunca andes por el camino trazado, pues te conducirá únicamente hacia donde los otros fueron."
BELL, GRAHAM
INTERIOR DE LAS PIRAMIDES
LA GRAN PIRAMIDE
Los corredores, canales y cámaras interiores, no eran excavadas en la roca salvo el pasaje y cámara subterráneos. Para realizar todo lo demás, se dejaba el espacio adecuado y se colocaban las rocas que formarían el interior visible de la pirámide. Por ejemplo el propio sarcófago del rey, se colocó en su lugar cuando las obras llegaron a la altura de su cámara, al igual que las paredes de granito rojo que la forman (ver recorrido virtual por el interior).
También afirmó Herodoto que se utilizaron unas máquinas formadas por maderos cortos, que podían transportarse hilera a hilera según la necesidad. Quizá esa mención se relacione, con las palancas, los maderos utilizados a modo de freno para evitar el desplome de los bloques, las cuñas, los andamios... no lo podemos saber, pero tengamos en cuenta que ya en tiempos de Herodoto las pirámides llevaban ahí miles de años; lo que a él pudo llegarle fueron leyendas populares y si después lo interpretó correctamente o no, es algo de lo que tampoco podemos tener seguridad.
La Gran Pirámide fue encumbrada con un "piramidión" de oro (una cubierta de oro dando esa sensación), según se desprende de análisis de los bloques superiores. El resultado final debió ser un espectáculo digno de admirar, todavía lo es y las condiciones actuales son muy distintas a las que debieron ser las originales. En las simulaciones de abajo el piramidión colocado tiene una altura de 15 metros, equiparable a la de un edificio de 5 plantas, sin embargo parece muy pequeño en relación a la pirámide. Nuevamente podemos darnos cuenta de las dimensiones de la pirámide y de la cantidad de espacio disponible que había sobre ella misma para poder trabajar con holgura.
Camara de la Reina
Escalera que da acceso a la Gran Galeria
Parte superior de la Gran Galeria
Càmara subterrànea
Càmara de Rey
Gladiador
Recibía el nombre de gladiador quien batallaba con otro, o con una bestia, en los juegos públicos de la Antigua Roma. La teoría más aceptada sobre el origen de este vocablo es que deriva de la palabra Gladius, la espada que utilizaban. Y se dice que provenían de los ritos ancestrales etruscos.
Dependiendo por su manera y forma de combatir existían varias clases de galdiadores: mirmillón, tracio, etc. El nombre con el que eran conocidos dependía de si llevaban cascos, o de la forma del mismo, escudo, espada o red..., o incluso la habilidad que poseían para la lucha.
El combate se dividía en varias partes, e iba desde el momento en que atravesaban la ciudad mientras se dirigían al anfiteatro, hasta que se declaraba victorioso uno de los gladiadores y era premiado con palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero.
Origen de los gladiadores
El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos, aproximadamente en el siglo VI a.C.,[1] en cuyos monumentos aparecen representados, y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a. C. Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Pasaje de rito a cultura del espectáculo
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado por ser un rito de significación religiosa, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Si se ha de creer a Valerio Máximo y al historiador romano Tito Livio en su obra "Ab Urbe Condita Libri", fueron los hermanos Marco Junio Pera (Cónsul Romano en el año 230 a. C., Censor Romano en el año 225 a. C. y último Dictador Romano en el año 216 a.C) y Décimo Junio Pera (Cónsul Romano en el años 266 a. C., y Censor de Roma en el año 253 a. C.) quienes dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a. C., en el foro Boario con motivo de los funerales de su padre el no menos célebre Junio Bruto Pera, quien fuera Cónsul Romano en el año 292 a. C. y descendiente directo (de rancio linaje etrusco) de una de las familias fundadoras de Roma.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días de las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Reglas y escuelas lanistas
Como eran muchos los sistemas pensados para combatir y variados los lances y suertes de cada combate, se fijaron reglas al arte del gladiador, cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores viejos. A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los césares, como es lógico, poseían los mejores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de suerte que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano. El Imperio fundó muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas ludus Gallicus, Dacicus, magnus y matutinus. En Preneste, Rávena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
Tipos de gladiadores
Había diferentes clases y categorías de gladiadores que se diferenciaban por sus armas y su manera de combatir. Los más populares eran los siguientes:
Dependiendo por su manera y forma de combatir existían varias clases de galdiadores: mirmillón, tracio, etc. El nombre con el que eran conocidos dependía de si llevaban cascos, o de la forma del mismo, escudo, espada o red..., o incluso la habilidad que poseían para la lucha.
El combate se dividía en varias partes, e iba desde el momento en que atravesaban la ciudad mientras se dirigían al anfiteatro, hasta que se declaraba victorioso uno de los gladiadores y era premiado con palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero.
Origen de los gladiadores
El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos, aproximadamente en el siglo VI a.C.,[1] en cuyos monumentos aparecen representados, y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a. C. Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Pasaje de rito a cultura del espectáculo
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado por ser un rito de significación religiosa, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Si se ha de creer a Valerio Máximo y al historiador romano Tito Livio en su obra "Ab Urbe Condita Libri", fueron los hermanos Marco Junio Pera (Cónsul Romano en el año 230 a. C., Censor Romano en el año 225 a. C. y último Dictador Romano en el año 216 a.C) y Décimo Junio Pera (Cónsul Romano en el años 266 a. C., y Censor de Roma en el año 253 a. C.) quienes dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a. C., en el foro Boario con motivo de los funerales de su padre el no menos célebre Junio Bruto Pera, quien fuera Cónsul Romano en el año 292 a. C. y descendiente directo (de rancio linaje etrusco) de una de las familias fundadoras de Roma.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días de las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Reglas y escuelas lanistas
Como eran muchos los sistemas pensados para combatir y variados los lances y suertes de cada combate, se fijaron reglas al arte del gladiador, cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores viejos. A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los césares, como es lógico, poseían los mejores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de suerte que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano. El Imperio fundó muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas ludus Gallicus, Dacicus, magnus y matutinus. En Preneste, Rávena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
Tipos de gladiadores
Había diferentes clases y categorías de gladiadores que se diferenciaban por sus armas y su manera de combatir. Los más populares eran los siguientes:
- Los samnitas tomaban su nombre de un armamento especial tomado del pueblo homónimo. Se decía que los campanianos, después de la victoria alcanzada por el dictador Papirio Cursor sobre los samnitas en el año 44 de Roma, adoptaron para sus gladiadores el equipo militar de sus vencidos que se componía de un gran escudo oblongo, un casco con visera, cresta y cimera de plumas, una ócrea en la pierna izquierda, una especie de brazal de cuero o metal que cubría en parte el hombro en el brazo derecho y una espada corta. Fue el primer tipo de gladiador en aparecer.
- Los murmillos o mirmillones se distinguían por su casco de bordes amplios con una alta cresta, que les daba aspecto de pez. Llevaban túnica corta, cinturón ancho, armadura en su pierna izquierda y en su brazo derecho y el clásico escudo rectangular curvado del legionario romano. Su arma era la espada corta y recta del legionario o gladius, de donde los gladiadores toman su nombre. Se cree que el estilo de su vestimenta y armas deriva de los guerreros galos. En ocasiones luchaban con armadura completa, convirtiéndose en un formidable oponente.
- Los gladiadores tracios contaban con un pequeño escudo rectangular o "parmula" (de aprox. 60 x 65 cm) y una espada muy corta con hoja ligeramente curva o "sica", con el objeto de atacar la espalda desarmada de su oponente. Su indumentaria incluía armadura en ambas piernas, necesarias dado lo reducido de su escudo, protector para el hombro y brazo de la espada, pollera corta con cinturón ancho y casco con pluma lateral, visor y cresta alta. Derivado del guerrero griego de Tracia, como su nombre lo indica.
- En tiempo del Imperio romano estaban muy en boga los gladiadores llamados secutores que iban armados de casco, escudo y espada, derivación de los mirmillones para combate con los reciarios. Sus armas eran iguales a las de los mirmillones, con excepción del casco, que era completamente liso y con pequeños agujeros para los ojos, para evitar ser atrapados en la red de los reciarios.
- Los reciarios combatían con los secutores y vestían túnica corta o faldilla con cinturón y llevaban el brazo izquierdo cubierto con una manga, iban con la cabeza descubierta y armados de una red, un tridente (fuscina) y un puñal. La habilidad del reciario consistía en lanzar la red para cubrir a su oponente por la cabeza, inmovilizarle y clavarle el tridente a través de la misma. El puñal se utilizaba para matar a su adversario o para deshacerse de la red, cortando la línea que la sujetaba a su muñeca. Los reciarios excepcionalmente combatían contra los mirmillones que iban armados y combatían del mismo modo que los secutores.
- Los laquearii eran unos gladiadores que aparecieron en los últimos tiempos del Imperio y que iban escasamente armados. Su característica era el uso del lazo, con técnica similar a los reciarios.
- Los Hoplomachus llevaban armadura completa, compuesta de casco con visera, coraza y ócreas. Su escudo era circular, a semejanza del que usaba la infantería griega: los hoplitas.
- Los gladiadores que combatían a caballo (equites) llevaban un casco con visera cerrada, los brazos envueltos en correas por arma ofensiva tenían el spiculum y por arma defensiva la parma.
- Los que combatían sobre carros (essedarii) querían imitar las hábiles maniobras de los guerreros bretones, modo de combatir que fue introducido en Roma por César.
- Los andabatae eran aquellos forzados a combatir y que llevaban un casco sin agujeros en la visera.
- Los dimanchaeri luchaban con dos espadas y grebas que protegían ambas piernas, cinturon ancho y protección en los brazos. A este tipo pertenecía al parecer Espartaco
- Los provocatores que solían abrir las tardes de los espectáculos de combate en los anfiteatros. Combatían con espada, escudo, casco con dos viseras pero sin ala para no ser enganchados por las redes de los reciarios, con los que frecuentemente luchaban y un protector en el pecho (cardiophylax)
- El combate
- El día de la fiesta los gladiadores lujosamente vestidos se dirigían al anfiteatro atravesando la ciudad. Una vez en la arena efectuaban un simulacro con armas de madera o sin punta (arma lusoria) que venía a ser una preparación para la lucha. Para dar la señal de comienzo del combate se tocaba un cuerno. Entonces, los lanistas escogían a los gladiadores que debían actuar y delimitaban el espacio del combate en la arena marcándolo con un bastón. Al llegar los gladiadores al momento final del triunfo preguntaban al público si debían matar al vencido o no, el cual previamente había pedido clemencia levantado la mano. Si los espectadores entendían que merecía el perdón bajaban el pulgar, haciendo ver que el vencedor debía arrojar su arma a tierra, aunque hay fuentes que aseguran que lo que se hacía era esconder el pulgar, queriendo decir que el vencedor debía envainar la espada. Aun así, solamente 1 de cada diez gladiadores moría y generalmente era por las heridas accidentales en la batalla, se le mataba para evitarle el sufrimiento. Si se dictaminaba muerte, lo que se hacía era dirigir el pulgar en posición horizontal y con una serie de movimientos en dirección al cuerpo, que algunos han interpretado en dirección a la garganta, señalando el fatídico punto hacia donde debía dirigir el golpe mortal. Aunque lo más probable es que el vencedor hundiera su arma entre la clavícula y el omóplato, para llegar al corazón y de esa manera dar una muerte rápida.
El vencido, en ese último momento, no ofrecía resistencia, y afrontaba su muerte con dignidad. También es bastante desconocido el hecho de que el índice de supervivencia de los gladiadores era mayor de lo que se piensa. Durante el Bajo Imperio, tan solo el emperador tenía el derecho de perdonar o condenar a muerte. Los gladiadores victoriosos recibían en premio palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero. Cuando a un gladiador se le entregaba en premio una espada roma (rudi) era señal de que se le autorizaba para abandonar la profesión de gladiador.
Los gladiadores que morían en la arena eran arrastrados al espoliario por los esclavos que estaban al servicio del anfiteatro los cuales se valían de un garfio de hierro y los sacaban por la puerta llamada de la Muerte. Dicha puerta conducía al Spoliarium, dependencia del anfiteatro destinada a depositar los cadáveres para despojarlos de sus armas y vestiduras, acto que determina bien el concepto de expoliar de donde proviene la palabra.
Es errónea la creencia de que el pulgar hacia arriba significaba perdón, y el pulgar hacía abajo significaba muerte. Este equívoco es antiguo (como demuestra el cuadro que ilustra este artículo) y sigue siéndolo, amplificado actualmente por el cine. - Extracto de Séneca sobre los gladiadores
El filósofo Lucio Anneo Séneca nos dejó un texto donde nos muestra su consternación ante la estéril y sangrienta matanza de gladiadores en el circo romano:
Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.
CONSTRUCIÒN DE LAS PIRAMIDES
El sistema principal para la extracción de bloques de piedras en las canteras egipcias, parece haber sido el cincelado, pero fueron múltiples los sistemas utilizados. Para cada tipo de cantera y de piedra, unos sistemas eran más adecuados o rápidos que otros.
Los cinceles utilizados en el Imperio Antiguo, eran de cobre, aunque más duro que el cobre puro, puesto que de la mezcla con impurezas, a veces resulta una aleación de dureza cercana a la del bronce.
Los cinceles eran golpeados por mazas de madera como la de la fotografía y podían utilizarse en rocas más duras que los primeros, puesto que lo que se pretende es comunicar el impacto a las mismas, no penetrarlas por dureza. Pero tanto el cobre como el bronce, resultaban poco eficaces para trabajar las rocas más duras como el granito.
Las formas, a veces de aspecto aparentemente caprichoso, son debidas a la búsqueda de la roca más apropiada para el objetivo al que estaba destinada.
Las canteras también contienen agujeros realizados para insertar en ellos los andamios de madera, que les permitían trabajar a grandes alturas.
La tumba del príncipe Dyehutihotep (XI dinastía) representa el transporte de una estatua colosal (6,8 metros de altura en calcita-alabastro) desde las canteras de Hatnub (Asyut) hasta Deir El-Barsha (Mallawi), es decir, un transporte terrestre de unos 50 km con un peso de unas 60 toneladas arrastradas por 172 hombres.
Por los textos egipcios sabemos que en 14 días, 4.500 hombres podían trasladar 80 bloques gigantescos, una distancia de unos 90 km por vía terrestre. Ese mismo recorrido lo hicieron 2.000 hombres con 10 estatuas de granito de 2,5 metros de altura. En el templo de la reina Hatshepsut, en Deir el- Bahari, se narra el transporte de dos enormes obeliscos de granito desde las canteras de Asuán hasta Tebas. Un grafito de las canteras indica que todo el proceso, hasta erigirlos en Tebas, les llevó sólo 7 meses.
Estatuas, tinajas, bloques de piedra... cualquier elemento pesado, era transportado sobre trineos de madera. En su base se derramaba agua que reducía considerablemente el rozamiento entre el trineo y la rampa de transporte, que a su vez, se pavimentaba transversalmente por troncos de madera lubricados con una mezcla de limo y grasas, reduciendo los puntos de contacto entre trineo y rampa. Por tanto y como resultado de todo esto, los bloques debían escurrirse sobre las rampas como pastillas de jabón húmedo, lo que reducía considerablemente el número de hombres necesarios para el arrastre
La utilización de rampas de construcción en el Antiguo Egipto está ampliamente atestiguada. Ya sea en templos o en pirámides, fue un elemento esencial para erigir los grandiosos monumentos egipcios. Dependiendo de distintos factores como la superficie del terreno, el espacio disponible, el número de trabajadores que participan en las obras, el fin al que se destina, el sistema constructivo de la edificación, etc., se construyeron distintos tipos y formas de rampas.
En la tumba de Rejmira hay representada la construcción de una rampa que se está utilizando posiblemente en algún templo. La escena muestra tanto la preparación de los ladrillos de adobe para la rampa, como el conformado de los bloques de piedra utilizados en el monumento:
La orientación y alineación de los lados de las pirámides, era el paso siguiente tras la nivelación y preparación del terreno en el que se pretendía construir.
La precisión en la orientación de algunas pirámides hacia los puntos cardinales, han derivado en diversas hipótesis. Omitiendo las más fantasiosas, vamos a tratar aquí un sistema, que debía ser rudimentario por las herramientas de que disponían los egipcios de la era de las pirámides, pero que permitía una alta y quizá sorprendente precisión en las medidas.
Si colocamos un poste nivelado con plomada, marcamos las sombras producidas por el mismo al amanecer y al anochecer, después trazamos la mediatriz con la ayuda de una cuerda, obtenemos una línea orientada en dirección Norte-Sur.
Escuadra con plomada. Museo Egipcio de El Cairo.
A cada paso los maderos puestos detrás del bloque, deben ser desplazados para evitar que el bloque se deslice hacia abajo y así los hombres que tiran de él, pueden tomarse un pequeño respiro antes de dar el siguiente paso.
Los bloques de caliza blanca del recubrimiento fueron traídos desde las canteras de Tura y los de granito rojo del interior de la pirámide, desde la lejana Asuán. Pero como decía antes, solamente esos fueron los bloques transportados desde lejos, el resto se sacaron de allí mismo, de la misma zona en la que se construyeron las grandes pirámides.
Coliseo de Roma
El Coliseo de Roma (Colosseum en el latín original; Colosseo en el actual italiano) es un gran anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I en el centro de la ciudad de Roma. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, no conservada actualmente. Por sus características arquitectónicas, estado de conservación e historia, el Coliseo es uno de los monumentos más famosos de la antigüedad clásica. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco.
En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano, y las obras empezaron entre el 70 d. C. y el 72 d. C., bajo mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en el 80 d. C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano. Su inauguración duró 100 días, participando de ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que dieron su vida por el placer y el espectáculo del pueblo.[1]
El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d. C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la Iglesia Católica Romana, por lo que el Papa encabeza el viacrucis hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.
En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano, y las obras empezaron entre el 70 d. C. y el 72 d. C., bajo mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en el 80 d. C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano. Su inauguración duró 100 días, participando de ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que dieron su vida por el placer y el espectáculo del pueblo.[1]
El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d. C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la Iglesia Católica Romana, por lo que el Papa encabeza el viacrucis hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.
LA NUMISMATICA CELTA
Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.
Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.
Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso conreto.
Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un tragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.
El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.
Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.
Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.
Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso conreto.
Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un tragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.
El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.
FRASES HISTORICAS
"Se nace historiador como se nace poeta. Tal vez porque el verdadero historiador tiene del poeta la imaginación, el sentimiento y el mágico poder reconstructivo."
BELAUNDE, VICTOR ANDRES
HINDÙ ARUYVEDA
Ayurveda es el antiguo sistema de medicina holística en la India. Se basaba en un equilibrio entre el medio ambiente y la comunicación interpersonal de uno. Esto era algo más que la medicina física, sino que también fue una sanación espiritual para el paciente. Las terapias para equilibrar la propia doshas (esencial "bio-energía" basada en los cinco elementos de la naturaleza) incluido: la dieta, a base de hierbas, de audio y aromaterapia. Muchas de estas mismas terapias todavía se practican hoy en día.
Ayurveda es el antiguo sistema de medicina holística en la India. Se basaba en un equilibrio entre el medio ambiente y la comunicación interpersonal de uno. Esto era algo más que la medicina física, sino que también fue una sanación espiritual para el paciente. Las terapias para equilibrar la propia doshas (esencial "bio-energía" basada en los cinco elementos de la naturaleza) incluido: la dieta, a base de hierbas, de audio y aromaterapia. Muchas de estas mismas terapias todavía se practican hoy en día.
EL PAPIRO DE EDWIN SMITH
El papiro de las listas de 48 tratamientos para la cabeza y lesiones de la médula y ofrece tres diagnósticos ... "Una enfermedad que se puede tratar", "una dolencia que se sostienen con", o "una enfermedad que no a tratar."
Este papiro notable, adquirido en 1862 por el egiptólogo estadounidense Edwin Smith en Luxor, Egipto, es un antiguo tratado quirúrgico egipcio. Es el más antiguo documento conocido médico; escrito en el Medio hierática escritura egipcia, que contiene 377 líneas de texto en el anverso (frente) y 92 en el reverso (dorso). Es un libro de texto de la cirugía, que contienen una descripción sistemática y muy detallada, diagnósticos, tratamientos y pronósticos de 48 casos de neurocirugía y ortopedia. El papiro, que lleva el nombre de Edwin Smith, se encuentra ahora en la New York Academy of Sciences.
casos
Un poco de historia del papiro ...
Aunque la fecha a ~ 1600BC, en realidad es una copia de un documento anterior de ~ 3000-2500BC. Algunos estudiosos se han preguntado si el gran Imhotep podría haber sido el autor original ... nunca lo sabremos. Al igual que todos los objetos de la historia, hay un elemento humano.
En este caso, sabemos que el escriba del Papiro de Edwin Smith fue llamado repentinamente lejos y nunca regresó para completar su trabajo. Podemos imaginarlo, tal vez por escrito por la luz de una lámpara de aceite, sentado como copias de otro papiro más de mil años más! Como hombre, que había puesto un montón de maquillaje y perfumes. Como él escribe laboriosamente el texto, que comete muchos errores y añade correcciones y explicaciones en los márgenes.
Herramientas de bronce de cirujia egipcia
Los antiguos egipcios operó a sus ciudadanos heridos. Los instrumentos quirúrgicos incluyen ejercicios, escalas, pinzas y tenazas, cucharas, jarrón con incentivar la quema y cuchillos. Los médicos en el antiguo Egipto clasificados a los heridos en tres categorías, que dependía de un tratamiento exitoso o no. Las tres categorías son los que podrían ser tratados, los que puede sostenerse, y los que no pueden ser tratados.
Las plantas que se utilizaron para la medicina en el antiguo Egipto incluye el aceite de ricino, el cilantro, y el ácido tánico. El aceite de ricino se compone de ramas combinadas. Las fechas fueron utilizados como laxantes en el Antiguo Egipto. Para curar las quemaduras, el ácido tánico fue utilizado. El ácido tánico por lo general se extrae de las nueces de Acadia. Cilantro considera que tiene refrigeración, estimulante, carminativo y propiedades digestivas. También fue utilizado como un té para las enfermedades del estómago.
DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Don Quijote de la Mancha. Resumen y biografía
Resumen
Alonso Quijano es un hidalgo pobre de la Mancha, que de tanto leer novelas de caballería acaba enloqueciendo y creyendo ser un caballero andante, nombrándose a sí mismo como Don Quijote de la Mancha. Sus intenciones son ayudar a los pobres y desfavorecidos, y lograr el amor de la supuesta Dulcinea del Toboso, que es en realidad es una campesina llamada Aldonza Lorenzo. La primera salida la hace solo, pero regresa en poco tiempo a casa y decide nombrar a Sancho Panza, un empleado suyo, escudero. Juntos realizan la segunda salida, en la que viven más de una aventura: Don Quijote ve y ataca a unos gigantes que en realidad resultan ser molinos de viento, confunde un rebaño con un ejército, tiene más de una disputa, una de ellas con un vizcaíno, y llega a enfrentarse a unos leones. Finalmente, y tras hacer penitencia en un bosque, es capturado por el cura y el barbero de su pueblo y llevado a casa en una jaula tra ser engañado para ayudar a la supuesta princesa Micomicona.
En la tercera y última salida, las aventuras más destacadas son las de La cueva de Montesinos, donde Don Quijote sueña mil maravillas, el rebuzno de Sancho Panza, y para finalizar, la derrota de Don Quijote ante el Caballero de la Blanca Luna, razón por la que se retira su hogar, donde, tras adquirir de nuevo la cordura, fallece.
Frases y citas famosas del libro Don Quijote de la Mancha
* ¡Celos, cuchillo de las más firmes esperanzas!
* ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.
* ¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?.
* A él (Sancho) le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él.
* A quien se humilla, Dios le ensalza.
* Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.
* Al bien hacer jamás le falta premio.
* Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
* Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.(El Quijote)
* Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.
* Bien predica quien bien vive.
* Cada uno es artífice de su propia ventura.
* Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
* Casamientos de parientes tienen mil inconvenientes.
* Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
* Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
* Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
* Cuando no estamos en la una, estamos en la otra.
* Dad crédito a las obras y no a las palabras.
* De altos espíritus es apreciar las cosas altas.
* De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe.
* De las miserias suele ser alivio una compañía.
* Después de las tinieblas espero la luz.
* Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?.
* Donde está la verdad está Dios.
* Donde hay mucho amor, no suele ha
* El amor antojadizo no busca cualidades, sino hermosuras.
* El amor es deseo de belleza.
Resumen
Alonso Quijano es un hidalgo pobre de la Mancha, que de tanto leer novelas de caballería acaba enloqueciendo y creyendo ser un caballero andante, nombrándose a sí mismo como Don Quijote de la Mancha. Sus intenciones son ayudar a los pobres y desfavorecidos, y lograr el amor de la supuesta Dulcinea del Toboso, que es en realidad es una campesina llamada Aldonza Lorenzo. La primera salida la hace solo, pero regresa en poco tiempo a casa y decide nombrar a Sancho Panza, un empleado suyo, escudero. Juntos realizan la segunda salida, en la que viven más de una aventura: Don Quijote ve y ataca a unos gigantes que en realidad resultan ser molinos de viento, confunde un rebaño con un ejército, tiene más de una disputa, una de ellas con un vizcaíno, y llega a enfrentarse a unos leones. Finalmente, y tras hacer penitencia en un bosque, es capturado por el cura y el barbero de su pueblo y llevado a casa en una jaula tra ser engañado para ayudar a la supuesta princesa Micomicona.
En la tercera y última salida, las aventuras más destacadas son las de La cueva de Montesinos, donde Don Quijote sueña mil maravillas, el rebuzno de Sancho Panza, y para finalizar, la derrota de Don Quijote ante el Caballero de la Blanca Luna, razón por la que se retira su hogar, donde, tras adquirir de nuevo la cordura, fallece.
Frases y citas famosas del libro Don Quijote de la Mancha
* ¡Celos, cuchillo de las más firmes esperanzas!
* ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.
* ¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?.
* A él (Sancho) le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él.
* A quien se humilla, Dios le ensalza.
* Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.
* Al bien hacer jamás le falta premio.
* Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
* Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.(El Quijote)
* Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.
* Bien predica quien bien vive.
* Cada uno es artífice de su propia ventura.
* Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
* Casamientos de parientes tienen mil inconvenientes.
* Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
* Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
* Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
* Cuando no estamos en la una, estamos en la otra.
* Dad crédito a las obras y no a las palabras.
* De altos espíritus es apreciar las cosas altas.
* De gente bien nacida es agradecer los beneficios que recibe.
* De las miserias suele ser alivio una compañía.
* Después de las tinieblas espero la luz.
* Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?.
* Donde está la verdad está Dios.
* Donde hay mucho amor, no suele ha
* El amor antojadizo no busca cualidades, sino hermosuras.
* El amor es deseo de belleza.
EL MIGUEL ANGEL ARQUITECTURA
la actividad de Miguel Ángel como arquitecto no comenzó de hecho hasta 1519, cuando diseñó la fachada (nunca realizada) de la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, ciudad a la que había regresado tras su estancia en Roma. Durante la década de 1520 diseñó también la Biblioteca Laurenciana (sala de lectura y vestíbulo con la escalinata de acceso), anexa a la citada iglesia, aunque los trabajos no finalizaron hasta varias décadas después. También durante esta larga etapa de residencia en Florencia Miguel Ángel emprendió -entre 1519 y 1534- el encargo de hacer las tumbas de los Médicis en la Sacristía Nueva de San Lorenzo. Ya en Roma, Miguel Ángel comenzó a trabajar en 1536 en el fresco del Juicio Final para decorar la pared situada tras el altar de la Capilla Sixtina, dando por concluidos los trabajos en 1541. En 1538-1539 se iniciaron las obras de remodelación de los edificios en torno a la Plaza del Capitolio (Campidoglio), sobre la colina del mismo nombre, corazón político y social de la ciudad de Roma. Concibió el Capitolio como un espacio ovalado, y en su centro colocó la antigua estatua ecuestre en bronce del emperador Marco Aurelio. En torno a ella dispuso el Palacio de los Conservadores y el Museo Capitolino, así como también el Palacio del Senado, dando al conjunto una nueva uniformidad constructiva acorde con la monumentalidad propia de la antigua Roma. La obra cumbre de Miguel Ángel como arquitecto fue la Basílica de San Pedro, su cúpula se convirtió en modelo y paradigma para todo el mundo occidental
EL MIGUEL ANGEL ESCULTOR
El genio escultórico de Miguel Ángel
Michel Angelo, scultore florentino, así firmaba. Este gigante, solitario y extraño, era florentino. De Giotto a Miguel Ángel mediaron dos siglos de suave belleza toscana, de nobles y exquisitas creaciones. Parecía que ninguna persona podía romper aquel encanto. Masaccio, el único que, en su país, vio la belleza real de las cosas, moría cuando apenas había empezado su carrera. De pronto aparece un titán en medio del idílico ambiente artístico de Florencia: lo que era un suave adagio se convierte en tempestuoso finóle.
Hoy no es posible forjarse ilusiones acerca del carácter y el genio de Miguel Ángel. Se conocen perfectamente su persona y sus actos; se tienen sus cartas: las que él escribiera y las que recibió; nada ilustra tanto como esta correspondencia para que pueda entenderse completamente su espíritu. Carácter duro, de trato difícil, sus más caros amigos y parientes tenían que andar con sumo cuidado para no irritarle. "Dais miedo a todo el mundo, hasta al propio Papa", le escribe su amigo más íntimo, Sebastiano del Piombo. Es inútil que Miguel Ángel proteste y trate de excusarse en la respuesta: sus cartas le denuncian; a su padre y a sus hermanos unas veces les colma de caricias, y otras, amargado por sus propios dolores, les contesta bruscamente, como despidiéndolos para siempre.
Solo, sin nadie, hace su camino; el largo camino de su travagliata vita. Es como un Beethoven, a quien, además de sus propias miserias y fatigas artísticas, se le cargara a cuestas un mundo de errores ajenos y tuviera que purgar los pecados de todo un siglo. ¿Qué culpa tenía él de que Bramante dejara en ruinas el viejo templo de San Pedro, sin haber trazado definitivamente el plan de la iglesia nueva del Vaticano? ¿Por qué había de ser la víctima de la vanidad de los papas, inconstantes en sus deseos, pero atentos a la misma idea de explotar su genio, de hacerle trabajar sin descanso, para procurarse también ellos, con sus obras maravillosas, la inmortalidad?
Miguel Ángel no puede atender a tantos encargos, y al fin toma ya por sistema el dejar las obras sin concluir. ¡Cuántas veces desfallece su gran ánimo, sobre todo en los días difíciles de la dirección de las obras de San Pedro!../'Si pudiera morir de dolor y de vergüenza, ya no estaría vivo", dice, lleno de desesperación, en una de sus cartas. Esto es lo que hace hoy estimar tan particularmente a Miguel Ángel; era un misántropo, pero sus dolores, sus tormentos, tenían por origen la conciencia del propio deber.
¡El arte, dura carga, terrible facultad que le obliga con los hombres! Así pasa exasperado por el mundo, insultando a veces a las gentes, como cuenta la anécdota que le ocurrió cierto día, al encontrarse con Leonardo por la calle, a quien echó en cara sus errores en forma del todo inconveniente. Leonardo y Miguel Ángel eran demasiado grandes para entenderse.
No faltan los datos biográficos, pero sucede con estos grandes genios que siempre se desearía saber más. El principal elemento de juicio son sus obras, conservadas aún en su mayor parte, esculturas y pinturas; la correspondencia, reunida por un sobrino, que convirtió su casa en un santuario dedicado a su recuerdo, y sus versos; porque Miguel Ángel, especialmente en sus últimos años, se dejó dominar por un extraño estro poético. Propiamente biografías suyas contemporáneas no se redactaron más que dos: la que incluyó Vasari en su libro, y otra, que es la fundamental, escrita por un tal Ascanio Condivi, de la cual Vasari copió muchos párrafos casi al pie de la letra. La biografía de Condivi se publicó en vida de Miguel Ángel; el gran artista parece haber corregido el texto, o por lo menos lo conocía, antes de publicarse. En ella resplandece la más absoluta veracidad.
Michel Angelo, scultore florentino, así firmaba. Este gigante, solitario y extraño, era florentino. De Giotto a Miguel Ángel mediaron dos siglos de suave belleza toscana, de nobles y exquisitas creaciones. Parecía que ninguna persona podía romper aquel encanto. Masaccio, el único que, en su país, vio la belleza real de las cosas, moría cuando apenas había empezado su carrera. De pronto aparece un titán en medio del idílico ambiente artístico de Florencia: lo que era un suave adagio se convierte en tempestuoso finóle.
Hoy no es posible forjarse ilusiones acerca del carácter y el genio de Miguel Ángel. Se conocen perfectamente su persona y sus actos; se tienen sus cartas: las que él escribiera y las que recibió; nada ilustra tanto como esta correspondencia para que pueda entenderse completamente su espíritu. Carácter duro, de trato difícil, sus más caros amigos y parientes tenían que andar con sumo cuidado para no irritarle. "Dais miedo a todo el mundo, hasta al propio Papa", le escribe su amigo más íntimo, Sebastiano del Piombo. Es inútil que Miguel Ángel proteste y trate de excusarse en la respuesta: sus cartas le denuncian; a su padre y a sus hermanos unas veces les colma de caricias, y otras, amargado por sus propios dolores, les contesta bruscamente, como despidiéndolos para siempre.
Solo, sin nadie, hace su camino; el largo camino de su travagliata vita. Es como un Beethoven, a quien, además de sus propias miserias y fatigas artísticas, se le cargara a cuestas un mundo de errores ajenos y tuviera que purgar los pecados de todo un siglo. ¿Qué culpa tenía él de que Bramante dejara en ruinas el viejo templo de San Pedro, sin haber trazado definitivamente el plan de la iglesia nueva del Vaticano? ¿Por qué había de ser la víctima de la vanidad de los papas, inconstantes en sus deseos, pero atentos a la misma idea de explotar su genio, de hacerle trabajar sin descanso, para procurarse también ellos, con sus obras maravillosas, la inmortalidad?
Miguel Ángel no puede atender a tantos encargos, y al fin toma ya por sistema el dejar las obras sin concluir. ¡Cuántas veces desfallece su gran ánimo, sobre todo en los días difíciles de la dirección de las obras de San Pedro!../'Si pudiera morir de dolor y de vergüenza, ya no estaría vivo", dice, lleno de desesperación, en una de sus cartas. Esto es lo que hace hoy estimar tan particularmente a Miguel Ángel; era un misántropo, pero sus dolores, sus tormentos, tenían por origen la conciencia del propio deber.
¡El arte, dura carga, terrible facultad que le obliga con los hombres! Así pasa exasperado por el mundo, insultando a veces a las gentes, como cuenta la anécdota que le ocurrió cierto día, al encontrarse con Leonardo por la calle, a quien echó en cara sus errores en forma del todo inconveniente. Leonardo y Miguel Ángel eran demasiado grandes para entenderse.
No faltan los datos biográficos, pero sucede con estos grandes genios que siempre se desearía saber más. El principal elemento de juicio son sus obras, conservadas aún en su mayor parte, esculturas y pinturas; la correspondencia, reunida por un sobrino, que convirtió su casa en un santuario dedicado a su recuerdo, y sus versos; porque Miguel Ángel, especialmente en sus últimos años, se dejó dominar por un extraño estro poético. Propiamente biografías suyas contemporáneas no se redactaron más que dos: la que incluyó Vasari en su libro, y otra, que es la fundamental, escrita por un tal Ascanio Condivi, de la cual Vasari copió muchos párrafos casi al pie de la letra. La biografía de Condivi se publicó en vida de Miguel Ángel; el gran artista parece haber corregido el texto, o por lo menos lo conocía, antes de publicarse. En ella resplandece la más absoluta veracidad.
ARTE DE ABORIGENES AUSTRALIANOS
Oceanía está dividida, desde el punto de vista geográfico, y también en consideración a los grupos humanos que la pueblan, en cuatro áreas bien definidas: Australia y Tasmania, Melanesia, Micronesia y Polinesia.
Con excepción de Australia-Tasmania, cuya población aborigen (la de Tasmania totalmente extinguida) no tiene relación alguna, ni racial ni cultural, con las poblaciones del resto de Oceanía, los nativos que habitan en Melanesia, Micronesia y Polinesia son descendientes de sucesivas oleadas de migraciones que procedían de Asia o Indonesia, que pertenecían a diferentes grupos raciales y se hallaban en distintas fases de progreso cultural.
Segíín la naturaleza del hábitat en el que se establecieron, estos pueblos modificaron sus culturas nativas para adaptarse a las circunstancias ambientales. Cuando cesaron las migraciones procedentes del continente asiático, esas culturas se desarrollaron a lo largo de varias centurias sin recibir influencia alguna ajena a la propia Oceanía; no obstante, siempre existió un intenso intercambio cultural entre los distintos archipiélagos, dentro de zonas próximas, lo cual, de alguna manera, produjo una cierta homogeneidad en rasgos culturales determinados y en especial en el arte, de modo que no resulta abusivo hablar de un arte melanesio o de un arte polinesio, aunque es bastante discutible establecer los rasgos que pudieron caracterizar al arte de Micronesia, prácticamente inexistente en la actualidad.
Oceanía está dividida, desde el punto de vista geográfico, y también en consideración a los grupos humanos que la pueblan, en cuatro áreas bien definidas: Australia y Tasmania, Melanesia, Micronesia y Polinesia.
Con excepción de Australia-Tasmania, cuya población aborigen (la de Tasmania totalmente extinguida) no tiene relación alguna, ni racial ni cultural, con las poblaciones del resto de Oceanía, los nativos que habitan en Melanesia, Micronesia y Polinesia son descendientes de sucesivas oleadas de migraciones que procedían de Asia o Indonesia, que pertenecían a diferentes grupos raciales y se hallaban en distintas fases de progreso cultural.
Segíín la naturaleza del hábitat en el que se establecieron, estos pueblos modificaron sus culturas nativas para adaptarse a las circunstancias ambientales. Cuando cesaron las migraciones procedentes del continente asiático, esas culturas se desarrollaron a lo largo de varias centurias sin recibir influencia alguna ajena a la propia Oceanía; no obstante, siempre existió un intenso intercambio cultural entre los distintos archipiélagos, dentro de zonas próximas, lo cual, de alguna manera, produjo una cierta homogeneidad en rasgos culturales determinados y en especial en el arte, de modo que no resulta abusivo hablar de un arte melanesio o de un arte polinesio, aunque es bastante discutible establecer los rasgos que pudieron caracterizar al arte de Micronesia, prácticamente inexistente en la actualidad.
ISLA DE PASCUA
En el más lejano confín de Polinesia, a unos 3.500 kilómetros de las costas de Chile, se halla la isla de Pascua, a la que llegaron las migraciones polinésicas probablemente por la misma época que a Nueva Zelanda. Una vez más tuvieron que adaptarse a circunstancias ambientales totalmente distintas a las de los archipiélagos de la Polinesia central. La isla de Pascua está totalmente desprovista de árboles; la única vegetación son arbustos y matorrales que, evidentemente, no proporcionan madera suficiente para construir nuevas embarcaciones que permitieran emprender el viaje de regreso a los lugares de origen, ni buscar ambientes más propicios.
La madera es tan escasa, que se la considera como un material precioso, y los objetos que se tallaban con ella (siempre de pequeño tamaño) estaban relacionados con las divinidades que adoraban los isleños, o representaban a los espíritus de los antepasados, aunque estas imágenes, más que objetos de culto, constituían una muestra de riqueza para su poseedor, que las ostentaba y exhibía como signo de magnificencia y poder. Estas figuras suelen ser de extrañas formas, retorcidas, distorsionadas, ya que se aprovechaba el mínimo fragmento de madera que podía obtenerse de los arbustos, o mejor aún de los árboles o maderos que llegaban hasta las playas, flotando en el mar, y desde muy lejanas tierras. Las más interesantes de estas figuras se relacionan con los espíritus de los difuntos, a los que parecen representar, ya que presentan una extraordinaria delgadez, con el costillar protuberante y el vientre rehundido, ojos desorbitados y rostro emaciado. Otras imágenes tienen forma de hombre pájaro y se relacionan con la principal divinidad venerada en la isla.
Pero el gran misterio de la isla de Pascua lo constituyen las gigantescas figuras (casi siempre cabezas humanas) talladas en piedra volcánica, que en ocasiones alcanzan hasta 10 metros de altura y aparecen situadas al borde de los acantilados, de cara al mar, y sobre plataformas escalonadas, también de piedra tallada. Además, muchas de estas figuras llevan sobre la cabeza, y a modo de tocados, cilindros de toba roja, que fueron colocados una vez emplazadas las figuras en su lugar.
El enorme tamaño de las cabezas prismáticas, de ojos hundidos en las órbitas, que parecen mirar al infinito, ha provocado las más peregrinas hipótesis, entre las que se incluye considerarlas obra de gigantes o de extraterrestres.
Aunque la piedra en que están talladas es muy blanda, no deja de constituir un arduo problema, si no se cuenta con la ayuda de herramientas metálicas; sin embargo, los pascuenses las tallaban en la misma cantera, con la ayuda de instrumentos líticos. Esa cantera se halla en las laderas del más elevado volcán de la isla, el Rano-Raraku, donde todavía pueden verse algunas esculturas abandonadas, seguramente por no haber podido llevarlas hasta el lugar deseado. Hay que tener en cuenta que esas cabezas llegan a pesar hasta 20 o 30 toneladas.
Otro de los misterios de la isla de Pascua son unas tablillas planas, oblongas, en las cuales aparecen hileras de pequeños motivos incisos, que parecen caracteres de una escritura desconocida. Al parecer, las conservaban los rongo-rongo, hombres sabios que conservaban las narraciones acerca de los antepasados y sus conocimientos. Las tablillas serían signos pictográficos que servían para recordar – o "leer" – tales narraciones.
Desgraciadamente, a fines del siglo pasado gentes procedentes de Perú arribaron a la isla y se llevaron consigo a los hombres adultos para que trabajasen como esclavos en las islas guaneras. Sólo quedaron las mujeres, los niños y los viejos. De esta brutal manera se perdió la memoria de los conocimientos de aquel pueblo que, en tan difíciles condiciones, realizó tan extraordinarias obras.
Moais del santuario de Ahu Nau Nau (playa de Anakena, Isla de Pascua).
Sobre los altos acantilados de la isla se erigieron estas enormes figuras antropomorfas de hasta diez metros de altura, realizadas en toba volcánica y tocados con unos cilindros de toba roja sobre la cabeza. Restaurados en 1980
por el arqueólogo que catalogó los restos de Rapa Nui, Sergio Rapu Haoa, los monolitos fueron colocados mirando al mar como recuerdo de los primeros seres humanos que desembarcaron en sus orillas, que llegaron desde las islas Marquesas alrededor del año 400.
En el más lejano confín de Polinesia, a unos 3.500 kilómetros de las costas de Chile, se halla la isla de Pascua, a la que llegaron las migraciones polinésicas probablemente por la misma época que a Nueva Zelanda. Una vez más tuvieron que adaptarse a circunstancias ambientales totalmente distintas a las de los archipiélagos de la Polinesia central. La isla de Pascua está totalmente desprovista de árboles; la única vegetación son arbustos y matorrales que, evidentemente, no proporcionan madera suficiente para construir nuevas embarcaciones que permitieran emprender el viaje de regreso a los lugares de origen, ni buscar ambientes más propicios.
La madera es tan escasa, que se la considera como un material precioso, y los objetos que se tallaban con ella (siempre de pequeño tamaño) estaban relacionados con las divinidades que adoraban los isleños, o representaban a los espíritus de los antepasados, aunque estas imágenes, más que objetos de culto, constituían una muestra de riqueza para su poseedor, que las ostentaba y exhibía como signo de magnificencia y poder. Estas figuras suelen ser de extrañas formas, retorcidas, distorsionadas, ya que se aprovechaba el mínimo fragmento de madera que podía obtenerse de los arbustos, o mejor aún de los árboles o maderos que llegaban hasta las playas, flotando en el mar, y desde muy lejanas tierras. Las más interesantes de estas figuras se relacionan con los espíritus de los difuntos, a los que parecen representar, ya que presentan una extraordinaria delgadez, con el costillar protuberante y el vientre rehundido, ojos desorbitados y rostro emaciado. Otras imágenes tienen forma de hombre pájaro y se relacionan con la principal divinidad venerada en la isla.
Pero el gran misterio de la isla de Pascua lo constituyen las gigantescas figuras (casi siempre cabezas humanas) talladas en piedra volcánica, que en ocasiones alcanzan hasta 10 metros de altura y aparecen situadas al borde de los acantilados, de cara al mar, y sobre plataformas escalonadas, también de piedra tallada. Además, muchas de estas figuras llevan sobre la cabeza, y a modo de tocados, cilindros de toba roja, que fueron colocados una vez emplazadas las figuras en su lugar.
El enorme tamaño de las cabezas prismáticas, de ojos hundidos en las órbitas, que parecen mirar al infinito, ha provocado las más peregrinas hipótesis, entre las que se incluye considerarlas obra de gigantes o de extraterrestres.
Aunque la piedra en que están talladas es muy blanda, no deja de constituir un arduo problema, si no se cuenta con la ayuda de herramientas metálicas; sin embargo, los pascuenses las tallaban en la misma cantera, con la ayuda de instrumentos líticos. Esa cantera se halla en las laderas del más elevado volcán de la isla, el Rano-Raraku, donde todavía pueden verse algunas esculturas abandonadas, seguramente por no haber podido llevarlas hasta el lugar deseado. Hay que tener en cuenta que esas cabezas llegan a pesar hasta 20 o 30 toneladas.
Otro de los misterios de la isla de Pascua son unas tablillas planas, oblongas, en las cuales aparecen hileras de pequeños motivos incisos, que parecen caracteres de una escritura desconocida. Al parecer, las conservaban los rongo-rongo, hombres sabios que conservaban las narraciones acerca de los antepasados y sus conocimientos. Las tablillas serían signos pictográficos que servían para recordar – o "leer" – tales narraciones.
Desgraciadamente, a fines del siglo pasado gentes procedentes de Perú arribaron a la isla y se llevaron consigo a los hombres adultos para que trabajasen como esclavos en las islas guaneras. Sólo quedaron las mujeres, los niños y los viejos. De esta brutal manera se perdió la memoria de los conocimientos de aquel pueblo que, en tan difíciles condiciones, realizó tan extraordinarias obras.
Moais del santuario de Ahu Nau Nau (playa de Anakena, Isla de Pascua).
Sobre los altos acantilados de la isla se erigieron estas enormes figuras antropomorfas de hasta diez metros de altura, realizadas en toba volcánica y tocados con unos cilindros de toba roja sobre la cabeza. Restaurados en 1980
por el arqueólogo que catalogó los restos de Rapa Nui, Sergio Rapu Haoa, los monolitos fueron colocados mirando al mar como recuerdo de los primeros seres humanos que desembarcaron en sus orillas, que llegaron desde las islas Marquesas alrededor del año 400.