viernes, 22 de abril de 2011
SARA BAARTMAN
Sara Baartman fue una mujer africana que nació en 1789 en la región cercana al Río Gamtoos, al este del Cabo. Durante su adolescencia, ella y su familia emigraron a Cape Flats, cerca a Ciudad del Cabo, donde terminó siendo esclava de unos granjeros.
La anatomía de Sara era bastante particular ya que pertenecía a las tribus de los Khoisan quienes se caracterizan por tener una piel color miel y almacenar la grasa corporal excedente en los glúteos, en lugar del abdomen y los muslos. Esta condición ahora se conoce como esteatopigia, pero en aquel tiempo realmente llamaba la atención a quien lo veía por primera vez.
En 1810 fue vendida a William Dunlop, médico británico que se interesó en sus rasgos anatómicos y que la persuadió para ir con él en barco hacia Inglaterra, donde le dijo que ganaría mucho dinero siendo objeto de investigación médica y antropológica.
Sarah tenía 21 años cuando salió de Ciudad del Cabo hacia Londres.
En efecto, ya en Inglaterra Sara estuvo bajo el minucioso estudio de renombrados científicos y anatomistas de la época, pero luego, cuando éstos ya no demostraron interés, Dunlop se dio cuenta que solamente lograría éxito económico –y recuperar su inversión- exhibiéndola en público a las masas.
A inicios del siglo XIX, los europeos se sentían arrogantemente obsesionados con la idea de su superioridad y trataban de demostrar que las demás razas eran inferiores, particularmente la raza negra, la cual irónicamente para ellos era un objeto de fascinación sexual.
Su nombre artístico sería el de "la Venus Hotentote" ('Hottentot Venus'). El término peyorativo "Hottentot", fue usado por los holandeses para referirse despectivamente a los miembros de tribus nómadas y bosquimanos.
Ciertos documentos de la época relatan que durante sus presentaciones en Londres, Sara era obligada a pasearse desnuda en una plataforma de 60 cm de alto, y obedecer a su guardián como si fuese un animal de circo, cuando éste le ordenaba que caminase o que se sentara.
Éstas presentaciones se estaban llevando a cabo justamente en una época en que se debatía la abolición de la esclavitud, y empezaron a surgir protestas en Londres cuestionando la forma en que Sara era tratada. De hecho, el circo en el que la exhibían recibió presiones desde las más altas esferas y estuvo a punto de ser clausurado, ya que Sara Baartman no participaba libremente en el, pero el doctor William Dunlop demostró que ella estaba de acuerdo, ya que presentó un contrato que ella había afirmado. Hasta ahora existen dudas de que Sara realmente haya conocido o firmado aquel documento.
Después de cuatro años de ser explotada y humillada en Londres, Sara pasó a manos de un empresario de espectáculos con animales salvajes en París, donde continuaron exhibiéndola sin pudor alguno. En la Ciudad luz nuevamente fue objeto de atención científica, especialmente del afamado naturalista y anatomista Georges Cuvier.
Cuando los parisinos perdieron el interés en el degradante show, a Sara, en una ciudad desconocida, con un idioma extraño, no le quedó más remedio que dedicarse a la prostitución para sobrevivir. De todas formas su cuerpo no soportó las inclemencias del clima ni la cultura europea y murió abandonada, enferma y alcohólica, a la temprana edad de 25 años el 29 de diciembre de 1815, cinco años después de haber salido de su natal África.
Lastimosamente ni siquiera cuando estuvo muerta la dejaron en paz. A menos d 24 horas de su deceso hicieron un molde de yeso con su cuerpo y el anatomista Georges Cuvier se quedó con su esqueleto, cerebro y genitales, los cuales exhibía en frascos en el Museo del Hombre de París.
Aunque parezca increíble, sus restos siguieron expuestos al público durante más de 160 años, hasta 1974. Veinte años después, en 1994, el entonces presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, realizó una petición formal a Francois Mitterrand para que sus restos sean devueltos a casa.
Los franceses en un inicio se mostraron reacios a la solicitud puesto que esto podría dar lugar a reclamaciones por parte de otros países para la devolución de objetos que llenan sus museos, razón por la cual se tuvo que legislar una Ley especial en el Parlamento y esto duró algunos años.
Rocio
QUE HORROR, POBRE MUJER, COMO SE PUEDE TRATAR DE ESA MANERA A UN SER HUMANO, DESCANSA EN PAZ
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