El 24 de abril de 1967, el cosmonauta Vladímir Mijáilovich Komarov murió cuando su cápsula Soyuz 1 se estrelló contra el suelo a gran velocidad. Komarov fue el primer cosmonauta que falleció en el transcurso de una misión espacial y durante muchos años los detalles de su muerte estuvieron rodeados por un halo de misterio. Hubo que esperar a la perestroika de finales de los 80 para conocer qué había pasado exactamente con la Soyuz 1. Lamentablemente, durante esos años también se filtraron numerosos rumores que con el tiempo han adquirido categoría de verdades. Todavía hoy es habitual leer libros y artículos que se hacen eco de estos mitos sin fundamento. Y lo triste es que en la actualidad tenemos a nuestra disposición todos los archivos de la época. Esta es la verdadera historia de la Soyuz 1.
Serguéi Koroliov (izquierda) y Vasili Mishin, los jefes de la OKB-1
En 1966 el programa espacial soviético atravesaba una situación crítica. Mientras en los Estados Unidos la NASA ponía a punto los distintos elementos para poner un hombre en la Luna, en la URSS la indecisión del gobierno había logrado paralizar la respuesta soviética al programa Apolo. La muerte del gran Ingeniero JefeSerguéi Koroliov en 1966 había sido un duro golpe para la oficina de diseño OKB-1 y su plan de alunizaje N1-L3. Sin embargo, Vasili Mishin, el sucesor de Koroliov al frente de la OKB-1, esperaba ser capaz de lanzar un cosmonauta alrededor de la Luna antes que los americanos.Pero para garantizar el éxito de la aventura lunar, la Soyuz debía demostrar primero su valía en la órbita baja terrestre.
Modelo detallado de la Soyuz LOK para el programa N1-L3 realizado por Vadim Lukashevich.
Las pruebas de tierra con el primer prototipo de la nave 7K-OK comenzaron el 12 de mayo de 1966, mucho más tarde de lo previsto. La nave presentaba tantos defectos que el propio Nikolái Kamanin, jefe del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas (TsPK) escribiría en su diario fuertes críticas sobre el diseño y desarrollo del vehículo.
Los ingenieros de la OKB-1 (por entonces llamada TsKBEM) esperaban poder lanzar antes dos misiones automáticas en solitario para refinar los diversos sistemas. Pero el tiempo apremiaba. Había una carrera lunar que ganar y la Comisión Estatal decidió eliminar estos vuelos de prueba.
Las dos primeras naves 7K-OK llegaron al cosmódromo de Baikonur en agosto. El lanzamiento estaba previsto para septiembre. Primero despegaría la 7K-OK (A) nº 2, una Soyuz con el sistema de acoplamiento activo (o “macho”). Le seguiría 24 horas después la 7K-OK (P) nº 1 con un sistema pasivo (“hembra”). Si todo iba bien, las dos naves se acoplarían y volarían en formación durante tres días. Los técnicos confiaban en que el primer vuelo tripulado despegase en diciembre.
Sistema de acoplamiento entre dos Soyuz 7K-OK mostrando la actividad extravehicular requerida para pasar de una nave a otra (Soyuz 4 y 5).
Finalmente, el 28 de noviembre de 1966 a las 16:00 hora de Moscú despegó desde Baikonur un cohete 11A511 -derivado del R-7 Semiorka- con la primera nave Soyuz. Una vez situada en una órbita de 181 x 232 km, recibiría el nombre de Kosmos 133. Los problemas comenzaron inmediatamente. Una fuga en el combustible del sistema de maniobra orbital (DPO) provocó que la presión de los tanques disminuyese de 340 atmósferas a 38 atmósferas en menos de dos minutos. Un cuarto de hora después, la Kosmos 133 había perdido todo su combustible en este sistema y se hallaba girando a dos revoluciones por minuto. El acoplamiento con la 7K-OK (P) se dio por perdido y se canceló su lanzamiento.
Pero el sistema de orientación también falló, así que resultaba imposible maniobrar la nave para realizar el encendido de frenado con el motor principal (SKDU). Tras muchos intentos, los ingenieros lograron frenar la nave empleando los motores del sistema de orientación (DO) y el motor auxiliar (DKD) en vez del motor principal. El 30 de noviembre la nave efectuó la reentrada, pero la cápsula desapareció de los radares cuando se encontraba a unos 70-100 kilómetros de altura y a 200 kilómetros de la ciudad de Orsk. El sistema de autodestrucción, compuesto por 23 kg de TNT, se había activado al comprobar que la Soyuz podía aterrizar en China. Los restos de la nave terminaron cayendo sobre las Islas Marianas en el Océano Pacífico.
Komarov durante los entrenamientos para la misión.
Llegó el día clave y Komarov se levantó poco después de la medianoche, hora local. Después de pasar por un chequeo médico se puso su traje de vuelo, un simple mono gris de algodón, y partió hacia la rampa de lanzamiento a las 03:00. Allí se despidió de los miembros de la Comisión, entre los que se encontraban Mishin y Kamanin. El propio Gagarin acompañó a Komarov hasta la escotilla de entrada de la nave.
A la hora planeada, la Soyuz 1 (7K-OK (A) nº 4) despegó con Komarov en su interior, convirtiéndose así en el primer cosmonauta que realizaba un segundo vuelo espacial. Una vez en su órbita de 196,2 x 225 km, la pesadilla comenzó.
Komarov intentó orientar la nave durante la quinta órbita usando el control manual y el sistema de sensores de iones, pero sin mucho éxito. Komarov comprobó que era muy complicado determinar la orientación de la nave con respecto al horizonte. Entre la séptima y la decimotercera órbita, Komarov debía aprovechar para dormir al estar fuera del alcance de las estaciones soviéticas de onda corta. Tras finalizar este periodo, el cosmonauta anunció que el sistema de orientación por iones había fallado otra vez. Malas noticias, porque sin ningún sistema de orientación operativo era imposible regresar a la Tierra.
Antes de perder el contacto por radio, Gagarin se los transmitió diligentemente. Mishin y Kamanin le desearon suerte. El ordenador de la nave debía iniciar la secuencia del encendido de frenado a las 02:56, pero cuando llegó el momento no sucedió nada. El motor no se había encendido. Por lo visto, el sistema de orientación había fallado otra vez al atravesar la nave una zona con menos densidad de iones mientras sobrevolaba la cara nocturna del planeta.Se decidió entonces traer de vuelta a Komarov en la 18ª órbita y Gagarin procedió a enviar un nuevo conjunto de datos. El encendido, de 150 segundos de duración, tendría lugar a las 05:57.La señal de alarma “Avería-2″ se activó en el panel de instrumentos de la Soyuz. Por suerte no se trataba de ningún fallo importante. El ordenador decidió cancelar el descenso nominal al notar que el centro de gravedad de la nave no estaba donde debía por culpa del panel solar plegado. La nave realizaría un descenso balístico y Komarov debería soportar una deceleración mayor de lo normal (unos 8 g), pero nada grave. Después del encendido, Komarov pasó a ocupar el asiento central de la cápsula.
Interior de una cápsula Soyuz 7K-OK.
La cápsula inició la reentrada unos quince minutos después de finalizar el encendido. Las comunicaciones se interrumpieron por culpa de la capa de plasma que se formó alrededor de la nave mientras el escudo térmico alcanzaba más de 2000º C. Pocos minutos más tarde se pudo escuchar la voz de Komarov recitando tranquilamente los parámetros del descenso gracias a la antena VHF situada en la escotilla principal. La Soyuz 1 estaba a punto de regresar a casa.
La tragedia sobrevino cuando le llegó el turno al paracaídas. El procedimiento requería que primero se desplegase un pequeño paracaídas -el paracaídas piloto- que debía estabilizar la cápsula y tirar del paracaídas principal. Como estaba previsto, la cubierta del contenedor del paracaídas fue eyectada y a continuación salió el paracaídas piloto. Pero, contra todo pronóstico, el paracaídas principal permaneció dentro del contenedor. Era algo inaudito. En los cientos de simulaciones y pruebas nunca había sucedido algo parecido. El ordenador de la nave detectó que la velocidad de caída no disminuía, síntoma de que había ocurrido algún problema con el paracaídas principal. El paracaídas de reserva se activó automáticamente, pero por desgracia se enredó con el paracaídas piloto que ya estaba desplegado y su cúpula no se pudo abrir correctamente. La nave se precipitó sin posibilidad de frenar su descenso. Komarov sabía que iba a morir.
Vladímir falleció poco después cuando su cápsula se estrelló a unos 150 km/h (el paracaídas de reserva parcialmente desplegado había ayudado a reducir la velocidad terminal). El impacto fue mortal de necesidad, pero peor aún fue la explosión y el incendio posteriores. Debido a la alta velocidad de descenso, el escudo térmico no había podido separarse a los tres kilómetros de altura como estaba previsto. A pocos metros del suelo, los cohetes de combustible sólido de la cápsula se activaron para frenar la caída, una labor inútil en esta ocasión. Pero al estar el escudo térmico aún en su lugar, los cohetes provocaron una explosión dentro del vehículo que sería avivada por los 30 kg de peróxido de hidrógeno del sistema de maniobra de la nave.
Restos de la cápsula Soyuz 1 después del impacto. El cadáver de Komarov aún estaba dentro del vehículo cuando se tomaron estas imágenes.
Los miembros del equipo de rescate que viajaban a bordo de un Iliushin Il-14 fueron los primeros que sobrevolaron el lugar del impacto y comunicaron que la Soyuz 1 estaba en llamas. Un helicóptero aterrizó a cien metros de la cápsula poco después. Los rescatadores pensaban que Komarov podría haber sobrevivido y que quizás se encontraba fuera de la nave, así que inspeccionaron los alrededores. Pocos minutos más tarde, Nikolái Kamanin aterrizó en la ciudad de Orsk esperando ser recibido por Komarov. Allí le informaron de la tragedia y se dirigió inmediatamente al lugar de los hechos. Cuando llegó, la cápsula aún estaba en llamas. A estas alturas era evidente que Komarov había muerto y que su cadáver se hallaba dentro de la nave. Kamanin dio orden de apagar el fuego con tierra y se procedió a retirar el cuerpo carbonizado del cosmonauta. Los restos de Komarov fueron hallados a las 09:30 y trasladados a Moscú para su autopsia. El 26 de abril Komarov sería enterrado con todos los honores en la muralla del Kremlin como un héroe soviético. Unos días después, un grupo de Pioneros que acudió a homenajear al héroe caído encontró más restos de Komarov en la zona y decidió enterrarlos. Varios cosmonautas también se acercaron al lugar para rendir un homenaje a su antiguo camarada.
Lo que hemos aprendido: el historiador estadounidense Asif Siddiqi tiene una transcripción de los momentos finales de Komarov en la Soyuz. Lo consiguió en el Archivo Estatal de Rusia. Dice así:
Komarov: activado, activado, no se preocupe, todo está en orden.
Baja: Entendido, no estamos también preocupados. ¿Cómo te sientes, cómo va todo? Zarya, a lo largo.
Komarov: Me siento excelente, todo está en orden.
Baja: Entendido, nuestros compañeros aquí recomendamos que se tome una respiración profunda. Estamos esperando para el aterrizaje. Esto es Zarya, a lo largo.
Komarov: Gracias por la transmisión de todo eso. [Separación] ocurrió. [Ilegible]
Baja: Rubin, este es Zarya. Entendido, la separación se produjo. Vamos a trabajar durante el descanso [pausa]. Rubin, este es Zarya, ¿cómo me oyes? Durante. Rubin, este es Zarya, ¿cómo me oyes? Durante. Se trata de Zarya, ¿cómo me oyes? Más ...
Un analista de la NSA, identificado como Perry Fellwock, describió que escuchó a Komarov decirle a los oficiales de control de tierra que ellos sabían que iba a morir. Fellwock describió como el Premier Soviético, Lexei Kosygin, hizo una video llamada para decirle que era un héroe. La esposa de Komarov estaba presente en dicha llamada para conversar sobre qué debía decirle a sus hijos. Kosygin lloraba.
Los restos de Komarov en un ataúd abierto
El audio fue grabado y algunos traductores parecen oír "el calor está aumentando en la cápsula". También se escucha la palabra "mataron", quizás para describir lo que los ingenieros le habian hecho.
Semanas después del incidente, Gagarin dio una entrevista a Pravda y criticó duramente a los oficiales que permitieron que su amigo volara.
La misión Soyuz 1 fue un fracaso anunciado y supuso la pérdida de la inocencia para el joven programa espacial soviético. Era obvio que la nave no estaba lista para un vuelo tripulado. La consecuencia más importante de la tragedia fue la paralización de los programas lunares N1-L3 y L1. Si no ocurría un milagro, la URSS podía dar la carrera lunar por perdida, como de hecho así fue.
Gagarin estaba muy deprimido por no haber podido persuadir a Brezhnev de detener el lanzamiento y que una gran culpa pesaba sobre él. Su comportamiento cambió y ya no era el jóven despreocupado de unos años atrás.
"Voy a llegar hasta él (Brezhnev), y si averiguo que tenía conocimiento de la situación y aún así dejó que todo esto pasara, entonces sabré exactamente qué hacer", le dijo a Russayev, su amigo de la KGB. El libro cuenta que Russayev le respondió: "Habla conmigo primero, antes de hacer cualquier cosa. Te advierto. Sé muy cuidadoso".
Existen historias no confirmadas que dan cuenta que Gagarin pudo hablar finalmente con Brezhnev, y que le lanzó un trago a la cara.
Yuri Gagarin falleció en un accidente de avión en 1968, un año antes de que los estadounidenses pisaran la luna.
Valentina Komarov, la viuda del cosmonauta soviético Vladimir Komarov, besa una fotografía de su marido muerto durante su funeral oficial, celebrada en la Plaza Roja de Moscú el 26 de abril de 1967.
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