"La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno"
Walter Scott
domingo, 10 de abril de 2011
FRASES HISTORICAS
"Nunca andes por el camino trazado, pues te conducirá únicamente hacia donde los otros fueron."
BELL, GRAHAM
INTERIOR DE LAS PIRAMIDES
LA GRAN PIRAMIDE
Los corredores, canales y cámaras interiores, no eran excavadas en la roca salvo el pasaje y cámara subterráneos. Para realizar todo lo demás, se dejaba el espacio adecuado y se colocaban las rocas que formarían el interior visible de la pirámide. Por ejemplo el propio sarcófago del rey, se colocó en su lugar cuando las obras llegaron a la altura de su cámara, al igual que las paredes de granito rojo que la forman (ver recorrido virtual por el interior).
También afirmó Herodoto que se utilizaron unas máquinas formadas por maderos cortos, que podían transportarse hilera a hilera según la necesidad. Quizá esa mención se relacione, con las palancas, los maderos utilizados a modo de freno para evitar el desplome de los bloques, las cuñas, los andamios... no lo podemos saber, pero tengamos en cuenta que ya en tiempos de Herodoto las pirámides llevaban ahí miles de años; lo que a él pudo llegarle fueron leyendas populares y si después lo interpretó correctamente o no, es algo de lo que tampoco podemos tener seguridad.
La Gran Pirámide fue encumbrada con un "piramidión" de oro (una cubierta de oro dando esa sensación), según se desprende de análisis de los bloques superiores. El resultado final debió ser un espectáculo digno de admirar, todavía lo es y las condiciones actuales son muy distintas a las que debieron ser las originales. En las simulaciones de abajo el piramidión colocado tiene una altura de 15 metros, equiparable a la de un edificio de 5 plantas, sin embargo parece muy pequeño en relación a la pirámide. Nuevamente podemos darnos cuenta de las dimensiones de la pirámide y de la cantidad de espacio disponible que había sobre ella misma para poder trabajar con holgura.
Camara de la Reina
Escalera que da acceso a la Gran Galeria
Parte superior de la Gran Galeria
Càmara subterrànea
Càmara de Rey
Gladiador
Recibía el nombre de gladiador quien batallaba con otro, o con una bestia, en los juegos públicos de la Antigua Roma. La teoría más aceptada sobre el origen de este vocablo es que deriva de la palabra Gladius, la espada que utilizaban. Y se dice que provenían de los ritos ancestrales etruscos.
Dependiendo por su manera y forma de combatir existían varias clases de galdiadores: mirmillón, tracio, etc. El nombre con el que eran conocidos dependía de si llevaban cascos, o de la forma del mismo, escudo, espada o red..., o incluso la habilidad que poseían para la lucha.
El combate se dividía en varias partes, e iba desde el momento en que atravesaban la ciudad mientras se dirigían al anfiteatro, hasta que se declaraba victorioso uno de los gladiadores y era premiado con palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero.
Origen de los gladiadores
El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos, aproximadamente en el siglo VI a.C.,[1] en cuyos monumentos aparecen representados, y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a. C. Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Pasaje de rito a cultura del espectáculo
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado por ser un rito de significación religiosa, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Si se ha de creer a Valerio Máximo y al historiador romano Tito Livio en su obra "Ab Urbe Condita Libri", fueron los hermanos Marco Junio Pera (Cónsul Romano en el año 230 a. C., Censor Romano en el año 225 a. C. y último Dictador Romano en el año 216 a.C) y Décimo Junio Pera (Cónsul Romano en el años 266 a. C., y Censor de Roma en el año 253 a. C.) quienes dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a. C., en el foro Boario con motivo de los funerales de su padre el no menos célebre Junio Bruto Pera, quien fuera Cónsul Romano en el año 292 a. C. y descendiente directo (de rancio linaje etrusco) de una de las familias fundadoras de Roma.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días de las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Reglas y escuelas lanistas
Como eran muchos los sistemas pensados para combatir y variados los lances y suertes de cada combate, se fijaron reglas al arte del gladiador, cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores viejos. A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los césares, como es lógico, poseían los mejores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de suerte que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano. El Imperio fundó muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas ludus Gallicus, Dacicus, magnus y matutinus. En Preneste, Rávena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
Tipos de gladiadores
Había diferentes clases y categorías de gladiadores que se diferenciaban por sus armas y su manera de combatir. Los más populares eran los siguientes:
Dependiendo por su manera y forma de combatir existían varias clases de galdiadores: mirmillón, tracio, etc. El nombre con el que eran conocidos dependía de si llevaban cascos, o de la forma del mismo, escudo, espada o red..., o incluso la habilidad que poseían para la lucha.
El combate se dividía en varias partes, e iba desde el momento en que atravesaban la ciudad mientras se dirigían al anfiteatro, hasta que se declaraba victorioso uno de los gladiadores y era premiado con palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero.
Origen de los gladiadores
El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos, aproximadamente en el siglo VI a.C.,[1] en cuyos monumentos aparecen representados, y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a. C. Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Pasaje de rito a cultura del espectáculo
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado por ser un rito de significación religiosa, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Si se ha de creer a Valerio Máximo y al historiador romano Tito Livio en su obra "Ab Urbe Condita Libri", fueron los hermanos Marco Junio Pera (Cónsul Romano en el año 230 a. C., Censor Romano en el año 225 a. C. y último Dictador Romano en el año 216 a.C) y Décimo Junio Pera (Cónsul Romano en el años 266 a. C., y Censor de Roma en el año 253 a. C.) quienes dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a. C., en el foro Boario con motivo de los funerales de su padre el no menos célebre Junio Bruto Pera, quien fuera Cónsul Romano en el año 292 a. C. y descendiente directo (de rancio linaje etrusco) de una de las familias fundadoras de Roma.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días de las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Reglas y escuelas lanistas
Como eran muchos los sistemas pensados para combatir y variados los lances y suertes de cada combate, se fijaron reglas al arte del gladiador, cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores viejos. A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los césares, como es lógico, poseían los mejores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de suerte que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano. El Imperio fundó muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas ludus Gallicus, Dacicus, magnus y matutinus. En Preneste, Rávena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
Tipos de gladiadores
Había diferentes clases y categorías de gladiadores que se diferenciaban por sus armas y su manera de combatir. Los más populares eran los siguientes:
- Los samnitas tomaban su nombre de un armamento especial tomado del pueblo homónimo. Se decía que los campanianos, después de la victoria alcanzada por el dictador Papirio Cursor sobre los samnitas en el año 44 de Roma, adoptaron para sus gladiadores el equipo militar de sus vencidos que se componía de un gran escudo oblongo, un casco con visera, cresta y cimera de plumas, una ócrea en la pierna izquierda, una especie de brazal de cuero o metal que cubría en parte el hombro en el brazo derecho y una espada corta. Fue el primer tipo de gladiador en aparecer.
- Los murmillos o mirmillones se distinguían por su casco de bordes amplios con una alta cresta, que les daba aspecto de pez. Llevaban túnica corta, cinturón ancho, armadura en su pierna izquierda y en su brazo derecho y el clásico escudo rectangular curvado del legionario romano. Su arma era la espada corta y recta del legionario o gladius, de donde los gladiadores toman su nombre. Se cree que el estilo de su vestimenta y armas deriva de los guerreros galos. En ocasiones luchaban con armadura completa, convirtiéndose en un formidable oponente.
- Los gladiadores tracios contaban con un pequeño escudo rectangular o "parmula" (de aprox. 60 x 65 cm) y una espada muy corta con hoja ligeramente curva o "sica", con el objeto de atacar la espalda desarmada de su oponente. Su indumentaria incluía armadura en ambas piernas, necesarias dado lo reducido de su escudo, protector para el hombro y brazo de la espada, pollera corta con cinturón ancho y casco con pluma lateral, visor y cresta alta. Derivado del guerrero griego de Tracia, como su nombre lo indica.
- En tiempo del Imperio romano estaban muy en boga los gladiadores llamados secutores que iban armados de casco, escudo y espada, derivación de los mirmillones para combate con los reciarios. Sus armas eran iguales a las de los mirmillones, con excepción del casco, que era completamente liso y con pequeños agujeros para los ojos, para evitar ser atrapados en la red de los reciarios.
- Los reciarios combatían con los secutores y vestían túnica corta o faldilla con cinturón y llevaban el brazo izquierdo cubierto con una manga, iban con la cabeza descubierta y armados de una red, un tridente (fuscina) y un puñal. La habilidad del reciario consistía en lanzar la red para cubrir a su oponente por la cabeza, inmovilizarle y clavarle el tridente a través de la misma. El puñal se utilizaba para matar a su adversario o para deshacerse de la red, cortando la línea que la sujetaba a su muñeca. Los reciarios excepcionalmente combatían contra los mirmillones que iban armados y combatían del mismo modo que los secutores.
- Los laquearii eran unos gladiadores que aparecieron en los últimos tiempos del Imperio y que iban escasamente armados. Su característica era el uso del lazo, con técnica similar a los reciarios.
- Los Hoplomachus llevaban armadura completa, compuesta de casco con visera, coraza y ócreas. Su escudo era circular, a semejanza del que usaba la infantería griega: los hoplitas.
- Los gladiadores que combatían a caballo (equites) llevaban un casco con visera cerrada, los brazos envueltos en correas por arma ofensiva tenían el spiculum y por arma defensiva la parma.
- Los que combatían sobre carros (essedarii) querían imitar las hábiles maniobras de los guerreros bretones, modo de combatir que fue introducido en Roma por César.
- Los andabatae eran aquellos forzados a combatir y que llevaban un casco sin agujeros en la visera.
- Los dimanchaeri luchaban con dos espadas y grebas que protegían ambas piernas, cinturon ancho y protección en los brazos. A este tipo pertenecía al parecer Espartaco
- Los provocatores que solían abrir las tardes de los espectáculos de combate en los anfiteatros. Combatían con espada, escudo, casco con dos viseras pero sin ala para no ser enganchados por las redes de los reciarios, con los que frecuentemente luchaban y un protector en el pecho (cardiophylax)
- El combate
- El día de la fiesta los gladiadores lujosamente vestidos se dirigían al anfiteatro atravesando la ciudad. Una vez en la arena efectuaban un simulacro con armas de madera o sin punta (arma lusoria) que venía a ser una preparación para la lucha. Para dar la señal de comienzo del combate se tocaba un cuerno. Entonces, los lanistas escogían a los gladiadores que debían actuar y delimitaban el espacio del combate en la arena marcándolo con un bastón. Al llegar los gladiadores al momento final del triunfo preguntaban al público si debían matar al vencido o no, el cual previamente había pedido clemencia levantado la mano. Si los espectadores entendían que merecía el perdón bajaban el pulgar, haciendo ver que el vencedor debía arrojar su arma a tierra, aunque hay fuentes que aseguran que lo que se hacía era esconder el pulgar, queriendo decir que el vencedor debía envainar la espada. Aun así, solamente 1 de cada diez gladiadores moría y generalmente era por las heridas accidentales en la batalla, se le mataba para evitarle el sufrimiento. Si se dictaminaba muerte, lo que se hacía era dirigir el pulgar en posición horizontal y con una serie de movimientos en dirección al cuerpo, que algunos han interpretado en dirección a la garganta, señalando el fatídico punto hacia donde debía dirigir el golpe mortal. Aunque lo más probable es que el vencedor hundiera su arma entre la clavícula y el omóplato, para llegar al corazón y de esa manera dar una muerte rápida.
El vencido, en ese último momento, no ofrecía resistencia, y afrontaba su muerte con dignidad. También es bastante desconocido el hecho de que el índice de supervivencia de los gladiadores era mayor de lo que se piensa. Durante el Bajo Imperio, tan solo el emperador tenía el derecho de perdonar o condenar a muerte. Los gladiadores victoriosos recibían en premio palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero. Cuando a un gladiador se le entregaba en premio una espada roma (rudi) era señal de que se le autorizaba para abandonar la profesión de gladiador.
Los gladiadores que morían en la arena eran arrastrados al espoliario por los esclavos que estaban al servicio del anfiteatro los cuales se valían de un garfio de hierro y los sacaban por la puerta llamada de la Muerte. Dicha puerta conducía al Spoliarium, dependencia del anfiteatro destinada a depositar los cadáveres para despojarlos de sus armas y vestiduras, acto que determina bien el concepto de expoliar de donde proviene la palabra.
Es errónea la creencia de que el pulgar hacia arriba significaba perdón, y el pulgar hacía abajo significaba muerte. Este equívoco es antiguo (como demuestra el cuadro que ilustra este artículo) y sigue siéndolo, amplificado actualmente por el cine. - Extracto de Séneca sobre los gladiadores
El filósofo Lucio Anneo Séneca nos dejó un texto donde nos muestra su consternación ante la estéril y sangrienta matanza de gladiadores en el circo romano:
Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.
CONSTRUCIÒN DE LAS PIRAMIDES
El sistema principal para la extracción de bloques de piedras en las canteras egipcias, parece haber sido el cincelado, pero fueron múltiples los sistemas utilizados. Para cada tipo de cantera y de piedra, unos sistemas eran más adecuados o rápidos que otros.
Los cinceles utilizados en el Imperio Antiguo, eran de cobre, aunque más duro que el cobre puro, puesto que de la mezcla con impurezas, a veces resulta una aleación de dureza cercana a la del bronce.
Los cinceles eran golpeados por mazas de madera como la de la fotografía y podían utilizarse en rocas más duras que los primeros, puesto que lo que se pretende es comunicar el impacto a las mismas, no penetrarlas por dureza. Pero tanto el cobre como el bronce, resultaban poco eficaces para trabajar las rocas más duras como el granito.
Las formas, a veces de aspecto aparentemente caprichoso, son debidas a la búsqueda de la roca más apropiada para el objetivo al que estaba destinada.
Las canteras también contienen agujeros realizados para insertar en ellos los andamios de madera, que les permitían trabajar a grandes alturas.
La tumba del príncipe Dyehutihotep (XI dinastía) representa el transporte de una estatua colosal (6,8 metros de altura en calcita-alabastro) desde las canteras de Hatnub (Asyut) hasta Deir El-Barsha (Mallawi), es decir, un transporte terrestre de unos 50 km con un peso de unas 60 toneladas arrastradas por 172 hombres.
Por los textos egipcios sabemos que en 14 días, 4.500 hombres podían trasladar 80 bloques gigantescos, una distancia de unos 90 km por vía terrestre. Ese mismo recorrido lo hicieron 2.000 hombres con 10 estatuas de granito de 2,5 metros de altura. En el templo de la reina Hatshepsut, en Deir el- Bahari, se narra el transporte de dos enormes obeliscos de granito desde las canteras de Asuán hasta Tebas. Un grafito de las canteras indica que todo el proceso, hasta erigirlos en Tebas, les llevó sólo 7 meses.
Estatuas, tinajas, bloques de piedra... cualquier elemento pesado, era transportado sobre trineos de madera. En su base se derramaba agua que reducía considerablemente el rozamiento entre el trineo y la rampa de transporte, que a su vez, se pavimentaba transversalmente por troncos de madera lubricados con una mezcla de limo y grasas, reduciendo los puntos de contacto entre trineo y rampa. Por tanto y como resultado de todo esto, los bloques debían escurrirse sobre las rampas como pastillas de jabón húmedo, lo que reducía considerablemente el número de hombres necesarios para el arrastre
La utilización de rampas de construcción en el Antiguo Egipto está ampliamente atestiguada. Ya sea en templos o en pirámides, fue un elemento esencial para erigir los grandiosos monumentos egipcios. Dependiendo de distintos factores como la superficie del terreno, el espacio disponible, el número de trabajadores que participan en las obras, el fin al que se destina, el sistema constructivo de la edificación, etc., se construyeron distintos tipos y formas de rampas.
En la tumba de Rejmira hay representada la construcción de una rampa que se está utilizando posiblemente en algún templo. La escena muestra tanto la preparación de los ladrillos de adobe para la rampa, como el conformado de los bloques de piedra utilizados en el monumento:
La orientación y alineación de los lados de las pirámides, era el paso siguiente tras la nivelación y preparación del terreno en el que se pretendía construir.
La precisión en la orientación de algunas pirámides hacia los puntos cardinales, han derivado en diversas hipótesis. Omitiendo las más fantasiosas, vamos a tratar aquí un sistema, que debía ser rudimentario por las herramientas de que disponían los egipcios de la era de las pirámides, pero que permitía una alta y quizá sorprendente precisión en las medidas.
Si colocamos un poste nivelado con plomada, marcamos las sombras producidas por el mismo al amanecer y al anochecer, después trazamos la mediatriz con la ayuda de una cuerda, obtenemos una línea orientada en dirección Norte-Sur.
Escuadra con plomada. Museo Egipcio de El Cairo.
A cada paso los maderos puestos detrás del bloque, deben ser desplazados para evitar que el bloque se deslice hacia abajo y así los hombres que tiran de él, pueden tomarse un pequeño respiro antes de dar el siguiente paso.
Los bloques de caliza blanca del recubrimiento fueron traídos desde las canteras de Tura y los de granito rojo del interior de la pirámide, desde la lejana Asuán. Pero como decía antes, solamente esos fueron los bloques transportados desde lejos, el resto se sacaron de allí mismo, de la misma zona en la que se construyeron las grandes pirámides.
Coliseo de Roma
El Coliseo de Roma (Colosseum en el latín original; Colosseo en el actual italiano) es un gran anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I en el centro de la ciudad de Roma. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, no conservada actualmente. Por sus características arquitectónicas, estado de conservación e historia, el Coliseo es uno de los monumentos más famosos de la antigüedad clásica. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco.
En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano, y las obras empezaron entre el 70 d. C. y el 72 d. C., bajo mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en el 80 d. C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano. Su inauguración duró 100 días, participando de ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que dieron su vida por el placer y el espectáculo del pueblo.[1]
El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d. C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la Iglesia Católica Romana, por lo que el Papa encabeza el viacrucis hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.
En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano, y las obras empezaron entre el 70 d. C. y el 72 d. C., bajo mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en el 80 d. C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano. Su inauguración duró 100 días, participando de ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que dieron su vida por el placer y el espectáculo del pueblo.[1]
El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d. C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la Iglesia Católica Romana, por lo que el Papa encabeza el viacrucis hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.
LA NUMISMATICA CELTA
Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.
Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.
Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso conreto.
Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un tragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.
El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.
Las monedas celtas fueron acuñadas en toda Europa central y occidental desde finales del siglo IV hasta finales del siglo I a.C. en el continente, y desde finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I en las Islas Británicas. Los celtas emplearon básicamente modelos griegos y romanos para los diseños de sus monedas, si bien pronto transformaron la iconografía italo-helénica para adaptarla al imaginario celta.
Según el área se tomaron diversos prototipos. Así, en Britania y Galia se tomaron las monedas de oro de Filipo II de Macedonia, en Panonia se adoptaron las de plata de este mismo monarca, en Centroeuropa y en los Balcanes se siguió el modelo de las de oro de Alejandro, mientras que en la península Ibérica y el sur de la Galia se tomaron los prototipos romanos y los de las colonias griegas de Ampurias y Rosas.
Se producían mediante dos sistemas, conocidos como acuñación y fundición. El primero consistía en la creación de piezas en blanco mediante la fundición del metal y su introducción en moldes de arcilla con forma circular, previamente estudiados para que cada moneda tuviera un peso conreto.
Una vez enfriado el metal, éste era acuñado mediante un cuño tallado en una piedra resistente o en bronce o hierro. El modelo a transmitir era normalmente más grande que la moneda y por eso, muchas veces, en ésta solo se encuentra un tragmento del dibujo. El diseño se tallaba en el cuño a manera de negativo de forma que al picar la moneda quedara en ésta en positivo.
El sistema de fundición consistía en la creación de moldes de barro en los cuales se había diseñado la moneda. Se echaba el metal líquido y cuando este se solidificaba, se rompía el molde quedando las monedas unidas por unos hilillos de metal.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)